martes, 20 de septiembre de 2011

Leyendas urbanas: Las 3eras personas.

En el ámbito de las relaciones, la influencia dañina de los terceros es una simple leyenda. 

Pensarán que es un disparate, que sí tienen peso y que su influencia puede destrozar lo que se había construido, pero analizándolo un rato, dejando que les explique, verán que es verdad lo que digo.

Les contaré que para mi la influencia real de los otros  es comparable a la existencia del niño Jesús, de Santa o los Reyes magos: En un mundo ideal es inexistente, en el resto, es algo que está ahí porque lo permitimos. Una mentira inventada para eludir la parte de culpa correspondiente en un fracaso.

Si está claro que cuando inicias una relación es sólo porque tú y esa otra persona tomaron la decisión de compartir un vínculo. ¿Por qué el final tiene que ser culpa de alguien más? Y sí, aunque pudo haber terceros que con su complicidad ayudaran a que las situaciones se dieran, la decisión final siempre es de la pareja.

Si cuando tienes tus momentos de alegría, cuando llegan las cosas buenas es por los dos. ¿Por qué las cosas malas son culpa del entorno?

¿Por qué cuando llegan las horas bajas siempre toman protagonismo estos personajes? ¿Casualidad?

La gente siempre habla, dicen mucho sobre lo que saben y crean verdaderos discursos sobre lo que no. Dicen cosas buenas y malas con mayor o menor intención. A veces lo hacen a sabiendas de que en algún momento tocarán fibra sensible. A veces quieren hacerte dudar.

Pero cuando logran hacerte dudar, ¿Qué dicen? Cosas que ya te pasaban por la cabeza y en las cuales no querías profundizar. Nada que no se te ocurriera antes, aunque fuera cosa de minutos. ¿Cómo puede ser culpa de alguien más si eran cosas que ya pensabas? Dejar que te coman la cabeza es una decisión tuya. No hablar sobre lo que te cause incomodidad, aunque sea momentanea, también lo es.


En el otro extremo las infidelidades. Las situaciones son sencillas de explicar, básicamente porque siempre fue esa perra o ese maldito el culpable de los problemas, porque todo era perfecto hasta que apareció. Porque la mayoría de las veces todo iba bien hasta que ella/él se le metió por los ojos. 

No escuché alguna vez una sola autocrítica. No hay capacidad para reconocer que algo no estaba saliendo bien. Siempre todo pasó de repente. Siempre nos toma por sorpresa. 

En todos los casos, queda en el olvido aquello de que siempre que tocan tu puerta, la potestad de abrirla o no es tuya. 

Al final, los aciertos que consolidan la relación y,sobre todo, los errores que la derrumban son cosa de los dos. Los terceros están ahí sólo para ser espectadores y en manos de los protagonistas está el darles o no entrada al escenario.



Neo.

Pd. Por ahora lo dejo hasta aquí, tal vez con sus comentarios extienda un poco más, básicamente porque este tema sin interacción es intratable. Los espero por aquí, por facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.


Playlist mientras escribía:

Lado A:
Lips of an Angel - Hinder.
Boston - Augustana.
It's my own cheating heart that makes me cry - Glasvegas
Use somebody - Kings of Leon.
Careless Whisper - Seether.
Why does it always rain on me - Travis.
Vindicated - Dashboard Confessional.
Love of my life (Live at Wembley 86').

Lado B
Baja la guardia - Santiago Cruz.
Luz de Día - Enanitos Verdes
Cuando Regreses - Santiago Cruz.
Mi soledad y yo - Alejandro Sanz.



lunes, 22 de agosto de 2011

Un mensaje.

Será corto (al menos eso espero), estaré muy enredado, pero necesito escribir hoy.

Alguna vez leí en un libro que me ayudó a encarar situaciones de problemas morales o simplemente lógicos que no existía diferencia alguna entre un Dios invisible e intangible y ningún dios. Y aunque compartía mi punto de vista con aquel autor no terminaba de palpar y ver que tan cierto era. No quiero tampoco llevar a la mesa un asunto tan delicado, solo lo menciono para fines comprension de estas lineas.

El autor en su texto explicaba que el "ser" está directamente vinculado a una acción o comportamiento específico. Un vigilante que no vigila, deja de ser vigilante. Pero no sólo queda ahí. Para poder "ser", debe existir un causa y por decirlo de alguna manera, un testigo.

Esta ultima condición se agudiza mas cuando orientamos una relación con otra persona. No sólo basta con enviar un mensaje, hay que explicar claramente las intenciones del mismo y asegurarnos de que el este sea captado, con brincos y señales.

A veces creemos que hacemos nuestro mejor esfuerzo al llevar una relacion, cuando en realidad si, hacemos nuestro mejor esfuerzo en llevarla a la mierda sin siquiera saberlo. Inventamos maneras de decirnos a nosotros mismos que todo lo que hacemos por la relación es por el bien de la misma y que todo lo que entregamos esta siendo bien recibido sólo por la comodidad de no admitir nuestras fallas.

Hoy mientras transcurria mi jornada y luego de recibir un mensaje llegué a una pequeña deducción. De nada nos sirve querer si no estamos haciéndonos entender. ¿Cual es la diferencia entre no amar a alguien y amarla sin lograr que la persona se sienta amada?. Apenas leí aquel mensaje y no pude evitar pensar en alguien que, por supuesto, no fue aquella quien lo envió.

De repente me di cuenta que en mi vida habia escuchado tantos "te quiero" y ya perdí la cuenta cuantes veces me dijo "quiero ser alguien importante en tu vida", pero como lo expliqué al principio, no basta con que aquello sea cierto.

Cuando se ama, las pretensiones pasan a segundo plano. No alcanza con sólo intentar persuadir al prójimo de que realmente la amamos, con sólo hacer llegar el mensaje es suficiente.

Casi siempre cuando intentamos convencer a alguien estaremos diciendo algo alejado de la verdad.

sábado, 23 de julio de 2011

Tiempo al tiempo

Tiempo al tiempo tengo que esperar.

Aquel día empezó como cualquier otro, a fin de cuentas, era otro mas en la rutina, uno en el que simplemente me toco despertar. No había razón aparente para creer que esa suerte cambiaría. Eventualmente, así fue... o eso creí.

Todo iba normal. Me costó un par de días para empezar a dudar de aquel momento en el que pense que todo iba según la rutina. Sí, algo cambió, algo que no me esperaba pero era increíblemente agradable a mi gusto. Comenzaron las preguntas sin respuestas, la intriga, la curiosidad pero era un completo enigma. Aun no sabía que era lo que realmente sucedía.

Me llevó unas pocas semanas en resolver parte del misterio. Todos los senderos me llevaban a un mismo destino. De repente mi vida se habia convertido en otra monotonía, solo que esta, lejos de tediosa, era mas que placentera. los días eran mas alegres, amanecía con mas fuerzas. Hasta me siento mucho mejor con solo recordarlo.

Pasaron un par de meses para que todo llegara a su punto cumbre. Aquello que empezó siendo una interrogante terminó siendo una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Fue cuando logré entender que aquel momento no fue de tramite, sino uno de esos que no te cansas de agradecer... A este punto finalmente entendí que era lo que había distinto aquella mañana de Agosto. Era ella.

Ella quien apenas me miró a los ojos y sabía ya quien sería para mi, aunque no me diera cuenta. Fue ella quien ocupaba mi pensamiento en esos primeros dias, a donde me llevaba mi impulso todo ese tiempo, era quien me daba esas fuerzas. Es ella quien me hace sentir mejor ahora mismo, con solo recordarla. Fue a ella a quien me le declaré pasado ese par de meses luego de haber comprendido quien quería yo ser para ella. Al mismo tiempo yo dejé de ser un enigma para ella también. Estaba todo perfectamente arreglado.

Aun recuerdo esos dias... Bellos recuerdos. Dudo haber sentido algo tan fuerte por alguien mas. Me había enamorado.

Pero a pesar del sentimiento, nuestras acciones y el deseo de querer hacer las cosas con cabeza fria terminaron congelando el piso en el que caminábamos y eventualmente acabo con aquel fuego que se habia iniciado. Y como era de esperarse, el tiempo no se detuvo alli, claro estaba.

Tardó 1 año en derretirse todo ese hielo que se había formado a causa del deseo de enfriar las cosas. Fue un tiempo en el que todo esos sentimientos fueron muriendo y enterrándose ellos mismos, a pesar que nuestro deseo de mantenerlos vivos era considerable y que también consumamos muchos intentos fallidos, y luego de un par de años mas no teníamos contacto alguno.

Hoy, muchos años mas tarde, me doy cuenta de la magnitud del error cometido. No se le puede dar prórrogas al corazón. Cuando se quiere, cuando se siente de verdad, una vez iniciado el fuego, ¿para que sofocarlo? ¿Para que darle alargues a algo que exige ser consumado de una vez por todas?

Todo en la vida tiene su momento preciso. Tal vez supimos cuál era y no lo hicimos, sea por las razones que fuese. Ninguno de los dos falló. Le dimos tiempo al sentimiento, se nos fue a prórroga y sin darnos cuenta quedamos fuera de carrera.

¿Alguna coincidencia?

miércoles, 15 de junio de 2011

Otra noche...

Por un momento me quedo detenido en el tiempo. El tiempo parece que no pasa, el mundo simplemente no da vueltas y me da esa extraña sensación de que el futuro no existe y por ende el presente está sobrevalorado... Solo queda pensar en lo que ya ha pasado.

Muchos son partidarios de que lo pasado obligatoriamente debe quedar allá, pero en ocasiones sentimos estar estancados en un presente que, generalmente cuando esto ocurre, no cubre nuestras expectativas y pareciera que el retorno es la ruta más segura, sino la única, para volver a encontrarle sentido.

Naturalmente, lo negativo surge cuando se piensa en todo aquello que nos hizo un mal, y dirán que no hay que ser muy sabios para encontrarle algún sentido a lo que acabo de decir. Pero la verdad es que también recordando todo lo que nos hizo sentir aunque sea un miligramo de felicidad podría causarnos efectos negativos. pero, ¿Cómo es esto posible?. Esto pasa cuando creemos que los logros pasados, las oportunidades que tuvimos y las que no tuvimos aún están vigentes y al no ver otra salida a la 'crisis' actual nos aferramos a ellas.

Puede darse el caso que éstas "oportunidades" no hayan caducado en el tiempo, pero excavar en terreno ajeno probablemente no sea buena idea. Sería jugar la ruleta rusa con 5 balas en el revolver. Muchas veces lo que logramos con ésto es confundirnos aún más de lo que estábamos en un principio y comenzamos a mezclar perros con gatos, manzanas con peras o sentimientos propios con sentimientos ajenos.

Anoche me encontré a mi mismo en esta situación y me quedé tan pasmado que no tuve oportunidad de actuar a pesar del fuerte impulso que me arrastraba como si me halaran con una cadena atada al cuello. La noche se me fue por un lado recordando todo lo bonito que fue hace unos años atrás y por el otro deseando cosas imposibles en ese mismo instante. Lo mejor que pude hacer fue no hacer nada. Es mejor dejar las cosas tal cual están aunque no me gusten o aunque crea que pueden estar mejor.

Es verdad que cuando estamos estancados lo mejor que se puede hacer es buscar moverse, pero también hay que saber cuándo y cómo hacerlo. Pude hacer un movimiento, pero muy probablemente me hubiese hecho mas mal que bien.

Podrán pensar que ando por la vida con una actitud derrotista, pero tampoco se puede ir siempre andando hacia adelante.

En el ajedrez las únicas piezas que no pueden regresar son los peones... No sólo por casualidad son las primeras que caen.

martes, 31 de mayo de 2011

Saber lo que queremos.

Ya hace unos cuántos textos atrás, un par de meses ya hacen de aquello, mencioné esa sabia frase que dice que "no es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar". Pedimos mil cosas al día, queremos para nosotros situaciones que igual no sabríamos cómo manejar. Llegado el momento, creemos querer cosas que al final no sabemos si de verdad queremos.

Vamos por la vida con la mentalidad de la mujer que va de compras al centro comercial, señoras, al leer, sabrán que tengo razón: llevamos una idea de lo que queremos comprar, pero al tiempo de caminar por las tiendas, cuando regresamos a casa encontramos en nuestras bolsas muchas cosas que no pensábamos llevar. En algunos casos llevamos absolutamente de todo... menos aquello que salimos a comprar.

Pasa en esas compras que a veces llevamos incluso la idea exacta del producto, con sus características y especificaciones. Pocas veces una compra podría ser tan clara y rápida. El resultado; terminamos llevando algo diferente, uno genérico por decirlo de alguna manera,  aunque cumpla con la misma función, satisface por un tiempo la necesidad que llevó a comprarlo, pero no es el producto que queríamos. La historia final del producto será terminar guardado en una gabeta, posiblemente reemplazado por el que buscábamos en primera instancia.


Cuando desechamos aquello que compramos y ya no nos sirvió, olvidamos qué fue lo que nos llevó a elegirlo en primera instancia. Pasado el tiempo, al repetirse situaciones, al ver ese producto en otras manos, llegamos a recordar por qué lo compramos. Terminaríamos buscándolo de nuevo, pero es muy probable que ya no esté en venta.

No hay una garantía de sea cual sea tu compra, no sabrás al momento si terminarás satisfecho a largo plazo. Todo se vence más temprano o más tarde, lo que te sirve en una situación igual y no te sirve para otras, sin embargo, en algunas estanterías quedan productos que te funcionarán para la mayoría las situaciones, todo se reduce a saberlos encontrar.

Solo queda decir que llevo 5 párrafos hablando de compras, como si yo fuera un experto en el tema, y lo que quería decir al principio tenía tan poquito que ver con eso... 


Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.
Pd2. Sí, estoy oxidado, tengo tiempo sin ideas claras, así que me gustaría ver alguna recomendación sobre temas que les gustaría leer por acá.

jueves, 12 de mayo de 2011

Sufrimiento. ¿Sabemos lo que es?

"Ya no voy a sufir mas por ___"

Muy a menudo (por no decir "siempre") nos decimos esto con bastante fuerza una vez que somos traicionados o cuando una situación en particular logra causarnos algo de dolor. Ahora bien, cabe preguntarse primero, ¿Qué tan prestos estamos nosotros como personas a olvidar el dolor sentido?... Es más, ¿se han preguntado cuándo es que realmente sufrimos? ¿qué signfica sufrir?

Para entrar en tema y de a poco ir entendiendo lo que he logrado aprender con el transcurrir del tiempo quisiera proponer que imaginasen a un doctor cosiendo una herida de su paciente el cuál ha sido tratado ha sido tratado con medicamentos que logran causar un rápido olvido del dolor.

La persona que está siendo operada al sentir como entra la aguja en el cuerpo suelta un grito fuerte a causa del dolor, pero luego permanece en silencio y escucha al doctor preguntarle: -"¿le dolió?". El paciente responde: -"Sí, pero no recuerdo haber sentido dolor alguno". El doctor vuelve a preguntar: "¿le molestaría si siguiese consiendo?" y el paciente le replicó "para nada, adelante".

Éste paciente logró de alguna manera sobreponerse muy rápidamente al dolor prolongado que producía la aguja en su cuerpo y por ende, al temor de futuras perforaciones ya que no alcanzaba a recordar el efecto de ésta en su organismo.

Pareciera entonces, que el término sufrimiento, no tiene mucho que ver con lo que és el dolor en sí, sino en qué tan prolongado sea y la recurrencia del mismo, y esto necesariamente tiene que influír en nuestro temor a padecerlo.

Nos pasa casi a todos alguna vez, somos traicionados, engañados o timados por alguien en quién depositábamos toda nuestra confianza. Es casi una ley de vida. Pero también el error de muchos de nosotros es decirnos a viva voz "no volveré a sufrir" aún recordando el dolor pasado. Como si nos obligáramos a nosotros mismos a no volver a confiar en nadie mas.

Cuando decimos "no volveré a sufrir" debemos necesariamente referirnos a que, en caso de padecer algún dolor, o en caso de equivocarnos de nuevo, lograremos sobreponernos a la adversidad y eso nos ayudará a perder el temor de volver a confiar de nuevo. De esta manera no sufriremos, aún cuando sintamos un dolor equiparable o no al de aquella aguja en la pierna.

De ser así, puede que no veamos como algo terriblemente desagradable sentir estos dolores fugaces.

martes, 19 de abril de 2011

Análisis de una ley de Murphy.

"Nada ha salido tan mal como para que no pueda empeorar. "

Así dice una frase que, aunque divertida, tiene mucho de verdad... ¿o tal vez no?.

Y es que a veces por simple capricho nos levantamos cada día con algo en mente, ya sea una tarea por cumplir, un destino al cual llegar o un motivo para simplemente despertar con esas ganas de hacerlo bien, y en el caso de que estas nos falten, levantarnos con esa esperanza de que esa oportunidad llegará.

Pero la vida es algo caprichosa, no siempre obtenemos eso que buscamos, eso que esperamos. La vida no nos da lo que uno quiere sino lo que uno necesita y esto implica que no siempre sera todo color rosa. A veces uno necesita chocar contra varios muros y caer varias veces para darnos cuenta que las cosas no van por buen camino.

El problema está cuando asimilamos cada resultado de cada acción nuestra como una pérdida. Muchas veces se pierde ganando, y viceversa. Empezamos a sentir eso que a mi parecer es el principal enemigo de todas nuestras metas, la frustración.

Llega cuando vemos todo perdido, cuando creemos que ya hemos dado lo mejor de nosotros y que, intentando una y mil veces, jamás podremos mejorar e incluso llegamos a pensar que todo saldrá aun peor. Nos termina de quitar las escasas energías que logramos reunir. La frustración acaba con las pocas esperanzas que tanto necesitamos para seguir de pie.

Pero hasta el mas grande océano tiene fondo, todo tiene su límite. Si es que alguna vez llegamos a sentir que caemos sin esperanza alguna de detener esa caida es porque no nos da la gana de ponerle fin. Si es que alguna vez creemos que la frase citada al principio de este texto tiene mucho de verdad es porque uno mismo decide que tan profundo puede caer. Uno mismo cava su propia tumba.

Es ahora cuando me doy cuenta que tan bajo estoy, y todo lo anterior me deja muy claro que eso no me da el derecho de quejarme sino el deber de mejorar.

jueves, 24 de marzo de 2011

Costumbres.

De nuevo tengo la oportunidad sentarme a pensar acerca de cosas que son tan profundamente sentidas dentro de uno mismo que seria absurdo tratar de explicarlas. En conclusión, estoy perdiendo el tiempo tratando de decir lo que con palabras es extremadamente improbable... por no decir imposible nada mas.

Pasa que, a veces llegamos a cierto grado de conexión con alguien, con algo, o simplemente a tener esa sensación de necesidad por cualquier entorno, ambiente o compañía. Cuando se nos priva de la libertad de "gozar" de ese privilegio, o en otras palabras cuando esta conexión se pierde podemos alcanzar un límite de incomodidad al que nisiquiera nosotros mismos podríamos llegar a tolerar. Esto no es otra cosa que la costumbre.

Esta incomodidad trae naturalmente consigo un estado de rechazo a todo aquello que nos aleje de esa situación o persona a la cual estamos acostumbrados, y esto a su vez trae consecuencias algo fuertes para nosotros mismos. Pero, ¿Cómo?.

No es por el hecho de que nunca vamos a lograr 'desacostumbrarnos', porque si bien aprendimos a vivir en cierto ambiente, muy fácilmente podríamos aprender a vivir fuera de é.l Es sólo que mientras intentamos lograrlo llegamos a abusar del egoísmo. No vemos más alla de nuestras propias necesidades y hasta exigimos lo increíble... lo imposible.

Esta actitud arrogante, esa posición egocéntrica, esa prepotencia, ese intento de conseguir a la fuerza lo que la vida nos ha negado en algun momento provoca que la mayoria del tiempo terminemos aún mas lejos de lo que buscamos en un principio, y al final del cuento estaremos aún mas incomodos con nosotros mismos ya que obviamente esta nunca ha sido la mejor manera de conseguir las cosas.

Muchas veces terminamos encontrando lo que no andabamos buscando, muchas veces terminamos siendo regañados a la hora de regañar. Otras veces, terminamos siendo rechazados por quién menos lo deseamos.

De todo lo anterior, solo una cosa me queda claro: No hay nada peor que saber que estas haciendo algo mal, saber cómo arreglarlo, y estar acostumbrado a seguir haciéndolo mal.

P.D. Redactado mientras tenía un coctél en mi cabeza. Puede que le haga algunos cambios y de antemano, gracias por los comentarios :)

viernes, 4 de marzo de 2011

Obstáculos.

Choco contra el muro, reboto, me duele, pero me levanto y sigo insistiendo. Me canso, pienso en no chocar más; no he abierto una sola grieta y me voy frustrado. Descanso, recupero energías, olvido por qué me frustré y vuelvo a la carga. Repítase n veces. Ahí está resumida la historia de mis últimos meses. 

A veces nos encontramos obstáculos para lograr lo que queremos y nos cerramos tanto de mente que se nos olvida que hay diferentes caminos que llevan a un mismo punto. A veces ese embudo mental nos hace obsesionarnos e insistir en acciones que no van a ninguna parte. Tomamos las peores decisiones de entre las opciones que tenemos y no solo dejamos de avanzar, sino que a veces hasta perdemos lo que hemos recorrido.

Soy partidario de luchar por lo que se quiere, a muerte y sin descanso, siempre y cuando valga la pena el sacrificio. Hay una vaga línea que marca la frontera a la que debe llegar la insistencia, pero que, precisamente por fina que es, se borra un poco cuando entran en el juego algunos factores. No me extenderé, sólo nombraré dos de ellos.

Por un lado está ese pequeño grado de malcriadez que todos guardamos dentro. A veces tenemos más ganas de probar que podíamos lograr lo que nos propusimos que de aprovecharlo una vez alcanzado. A veces hacemos cierto aquello de que se desea tanto algo que olvidamos para qué lo queríamos. Se que en algún punto de la vida todos habremos desechado en un momento el trabajo y esfuerzo de mucho tiempo.

Por otro lado está el valor emocional del objetivo trazado. Aquí no hay mucho que explicar, las emociones tienden a cegar la razón, hacernos desconocer límites y controlar nuestras acciones de la manera menos adecuada. Si bien algunas veces esos actos irracionales  llevan al resultado deseado, la mayor parte del tiempo terminamos haciendo cosas que lamentamos. 

En definitiva, chocar contra muros, por descuidos o simple terquedad, es algo que a todos nos pasará al menos una vez. Rebotar e insistir a veces es una opción. Aprender cuándo parar es una obligación. Ser tercos y hacernos daño, ya es otra historia, y de tan mal escrita que está, debe ser editada.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran
Pd2. Escrito bajo un dolor de cabeza nada normal, posiblemente corregiré un par de cosas cuando se me pase.

martes, 1 de marzo de 2011

Una noche...

Un dia a media noche, acostado en mi cama, entre tantas cosas que pensar que tenia llegue a la conclusión que lo mejor era descansar.

Fue cuando ahí te vi, igual que aquel día en el que te conocí, llevabas la misma ropa, el mismo cabello dorado y rizado con esos ojos claros y esa voz profunda. Seguías siendo esa misma niña de la que llegué a enamorarme.

Esa vez nada pudo salir más perfecto. En un segundo la noche se volvió clara, brillante, iluminada con la luz que propiamente irradiabas. Por fin lograba después de tanto tiempo entregar cada parte de mí a quien pertenecía realmente y por un momento ser quien quería ser, ese al que tu adorarías toda tu vida y suplicaria que no me fuera nunca de tu lado.

Pase mucho tiempo esperando una ocasión como ésta. Los nervios afloraban como aquel primer día, mi voz se escuchaba cortada y el poco aire que lograba captur tú misma me lo dabas. No necesitaba de mas para volver a sentirme vivo sino una noche como esta.

Recuerdo que aquella noche fue una de las más intensas que he podido vivir, te sentía tan cerca que podía respirar el aire que exhalabas, podía quererte sin pudor, sin sentir temor alguno siquiera. Recuerdo que por un instante me vi contigo como una imagen perfecta de lo que quería para los dos. Era una fotografía y así quería que se mantuviera por siempre.

De repente siento todo cambiante. Todo era distinto porque tú ya no estabas. Mis sentimientos se vieron en una encrucijada pero la desesperación era lo que realmente me asfixiaba. Puedo decir que hasta me sentía frustrado porque fue la unica manera que encontre para estar cerca de ti, y ya la veía perdida. Todos mis intentos quedaron en intentos.

Ya solo me queda vivir de los recuerdos de aquella noche e intentar de nuevo volver a tenerte como te tuve esa vez, pero dudo que la vida vuelva a regalarme otra oportunidad como esa. Fue la mañana siguiente que me di cuenta que me había quedado dormido de tanto pensar y te tuve solo en sueños...

Sinceramente, dudo soñarte de nuevo como lo hice aquella noche pero sigo queriéndote como en aquel sueño.

martes, 22 de febrero de 2011

Soñar.

Esta es otra historia de esas que pasan, o que tal vez no.

Fue un día largo,  tal vez el que comenzó más temprano en el tiempo que puedo recordar. 

Hice tantas cosas que terminé agotado, busqué dormir sin lograrlo, así que me dediqué a esas cosas que dejé pendientes. Hay días que se prestan para comenzar tareas que dejas inconclusas, otros que son ideales para atar todos los cabos sueltos.

Inesperadamente, llegaste a casa. Recordaste que acá las puertas siguen abiertas para ti y decidiste pasar. Te vi acercarte, sentí emoción. Sin mediar palabras te lanzaste a mis brazos, sin dejarme tiempo para reaccionar, me besaste. Fue un beso de aquellos, de los que hace tiempo no sentía, de los que sólo nosotros podemos crear. Sabes que no cierro los ojos, y como era habitual al principio, me lo recordaste, nos causó mucha risa.

Compartimos la tarde, y fue diferente. Entre chistes, cosas tontas, besos, abrazos se demostraban dos cosas: que aunque hace mucho que no te tenía conmigo la química parecía intacta, y que el tiempo se nos escurría de las manos porque tu presencia no perdió su efecto natural: acelera mi reloj con la misma fuerza con la que deseo que no se nos acabe el momento. 

Llegó la noche, fue una de luna llena y cielo despejado y estrellado, justo como aquella primera vez. Hablamos tanto, reconocimos errores, tus culpas y las mías, todo lo que nos separaba parecía difuminarse. Fue una conversación agradable, aunque sincera y directa no llegó a ser discusión acalorada, supe que estábamos madurando e hice el comentario, sonreimos y callamos, el tiempo nos ha hecho crecer.

Entre las excusas normales, esconder relojes, perder todas las llaves y fingir amnesia temporal nos llegó esa hora que evitábamos contemplar, tocaba llevarte a casa. Nos montamos en el auto y andamos un rato, manejé lento, quería estirar el viaje tanto como fuera posible. 

Casi al llegar, supe que no quería dejarte. Me armé de valor y, suponiendo una negativa, te pedí que te quedaras conmigo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando accediste, diciéndome que en todo el viaje esperaste que lo propusiera. No recuerdo haber deseado alguna vez llegar tan pronto de tu casa a la mía.

Ya en casa fue otra historia, pasaron tantas cosas y tan poquito es lo que puedo contar. La noche terminó con ambos durmiendo abrazados, un momento que esperé sucediera tantas veces y que ahora sólo deseo repetir tan pronto como sea posible.

Luego llegó la mañana, tocaba abrir los ojos, despertar. Nada parecía haber cambiado, tendí mi brazo hacia un lado y miré a mi alrededor, pude notar algo que me inquietó y se me puso una sonrisa tonta en la cara, entendí perfectamente lo que pasó esta noche: sólo había sido un sueño... 

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran

lunes, 14 de febrero de 2011

Si tuviera una oportunidad...

Hoy no es un día normal, quiero hacer y decir tantas cosas que no sabría por dónde empezar...

Si tuviera la oportunidad, te enamoraría cada día, no cometería el error de dar tu presencia por sentada. Entendí que enamorar a tu pareja es un trabajo que jamás termina, una obra que no deja de construirse, y que a pesar de que no hay descanso, el premio es de magnitud tal que todo lo vale.

Quisiera mantenerme diferente al resto ante tus ojos y que la sonrisa que genere, jamás se borre de tu cara. Escojo ser el motor de tu felicidad y prometo mantenerme encendido. No me quedaría con nada, guardo dentro de mi tanto que compartir y no quisiera dejarlo para cuando ya no estés. 

Si pudiera, demostraría que he aprendido mis lecciones. Se que conmigo las cosas no fueron siempre un camino de rosas, pero es lo que pasa cuando vas improvisando para seguir adelante. No puedo prometer que te daría un viaje perfecto, pero sí el mejor que mis esfuerzos pudieran darnos.

Se que si tuviera una oportunidad de hablarte, terminaría tomando tus manos, miraría a tus ojos y aunque mi voz se quebrara, intentaría decirte eso que di por sobreentendido: Te amo. Dos palabras que son tan básicas pero que sólo Dios sabe la magnitud del sentimiento que esconden detrás cuando soy yo quien las dice y tú la que las escucha.

Si tú quisieras, te llevaría conmigo hasta el final de mis días, y si fuera posible, entonces pediría que siguieras incluso más allá de ese momento, porque estoy seguro de que de haber tenido una hoja de ruta ideal, en ella ya eras mi compañera.

Pero si mis esfuerzos fueran en vano, no habré sentido que perdí mi tiempo. Aún hoy, después de tanto, no siento haberlo perdido, todo lo malo que pudo pasar se vuelve nada si escogiera solo un buen momento vivido contigo.

Lo cierto es que no estás, y no se si algún día tendré esa oportunidad...

Neo.

-------------- 

Nota: Desde acá quiero desearle un muy feliz día a todos aquellos que, como yo, están enamorados. No importa a quién o que amen, no importa cómo lo hagan, ni siquiera qué tanto éxito tengan manifestando o recibiendo una respuesta, lo que importa aquí es que simplemente aman, así que disfrútenlo.

viernes, 11 de febrero de 2011

Extrañar.

Dicen que lo que se siente al amar es fuerte, otros dicen que es puro y, algunos más arriesgados, dicen que el amor encabeza ambas listas. Yo difiero.

La sensación más fuerte y pura es la que te queda cuando extrañas a alguien. ¿No me creen? Analicemos.

Cuando extrañas a alguien, buscas de la nada un pretexto para encontrártelo, sacas tiempo de donde no hay, fuerzas del cansancio y hasta coraje de donde sólo hay temor.

Cuando extrañas a alguien, recuerdas con tanta fuerza que con solo cerrar los ojos revives un momento, con todos sus detalles. También recuerdas muchas cosas que la rutina y el paso de los días van opacando. Hay cosas, que de tanto verlas, dejamos de apreciarlas.

Todos los días vemos salir el sol y es algo que ya no nos sorprende, sabemos que pasará así que simplemente lo dejamos ser, pero si llega el momento de un eclipse, lo esperamos con ansias. Eso es lo que pasa cuando no es algo cotidiano.

Cuando extrañas a alguien, sus defectos ya no parecen tan grandes, y las razones por las que ese alguien no está, tontas. A medida que más extrañas, más estás dispuesto a dejar pasar los detalles.

Cuando extrañas a alguien, una palabra de esa persona es refrescante para el alma, da fuerzas para seguir adelante. Extrañar es vacío, pero a la vez es combustible, nada renueva el amor como la sensación de extrañar a quien está a tu lado. He pensado que una forma de definir el amor es como esa capacidad de extrañar continuamente a alguien y actuar en consecuencia.

Extrañar a alguien impulsa a actuar a quien ha perdido la ilusión, el sólo hecho de recordar las cosas buenas (y la mente, caprichosa que es, se empeña en recordar únicamente las cosas buenas), lleva a querer acercar a esa persona de nuevo.

Ahora, si extrañar purifica, cura, regenera, ilusiona e impulsa, entre otras tantas cosas, que alguien argumente en mi contra y me díga que no es la sensación más intensa que hay.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

jueves, 10 de febrero de 2011

Hasta pronto...


Hoy es uno de esos días que, por extraños que son, suelen causar un pequeño desorden. Eso que llaman "rutina" por alguna razón en especial se rompe y todo pequeño cambio casi siempre deriva en una consecuencia macroscópica, algunos señalan esto como "teoría del caos". Tomando un poco de distancia, dando unos pasos hacia atras para tratar de ver todo en perspectiva me doy cuenta que, de hecho, es real.

Hoy no era un día distinto a los demás. No supe si era yo quien tenía planes para mi dia o era mi día el que tenía planes para mi pero la razón de ser era la misma; había un plan de vuelo que esperaba se cumpliera sin contratiempos.

A las pocas horas supe que este día tenias planes para mi y no eran los que yo esperaba, mucho menos eran los que yo quería.

Primero que todo, quisiera comenzar hablándoles de ella. No sé si por costumbre o necesidad, pero de a poco se fue convirtiendo en algo indispensable para mi, y aunque no logro descifrar sus motivos, una vez que desempacó sus maletas rompió el boleto que tenía para irse. Ella vino para quedarse.

En mis días siempre estuvo ella. Me despertaba y ahí estaba, en mi trabajo estaba allí, me iba a mi casa a descansar y ella me acompañaba, e incluso al irme a dormir se quedaba conmigo. Me hablaba de cosas chistosas, incomodas, a veces hasta me obligaba a entablar una conversación conmigo mismo. Era la relacion de codependencia mas extraña e intensa que he tenido en mi vida.

Pero bueno, como les iba contando, mi dia corría cual reloj suizo. Su plan de vuelo estaba inmaculado y en completa normalidad pero súbitamente sucede lo inesperado: El vuelo anuncia un desvio.

Era ella quien se iba. No tenía la certeza de lo que esto significaría para mi y la mayor parte de mi no quería aceptarlo. Sin embargo, estoy mas tranquilo de lo que esperaba porque en el fondo sé que esta separación nos hará bien a los dos y, aunque ella me prometió que sería corta su ausencia yo estaba tan arraigado a ella que no concebía la idea de tenerla lejos. Necesitaba las extrañas conversaciones que tenia con ella, su rara forma de hablarme con su profundo silencio, y sobre todo quería sentirla aquí conmigo mientras le dedicaba estas lineas.

Es extraño, a pesar del tiempo que me tomé para reflexionar, aún me veo tan de cerca que no logro ver con claridad que es lo que pasa dentro de mi y siento que es ella misma quien me venda los ojos y me invita a adivinar su identidad. Si... Voy a extrañarla, sé que pronto estará conmigo de nuevo pero por ahora siento que debo dejarla ir e inventar alguna manera de tenerla conmigo mientras esta ausente.

No termino de entender por qué, pero me acostumbré tanto a ella que ya pido a gritos que vuelva. Ella probablemente este bien sin mí, o tal vez no, pero por muy extraño que les suene lo que estoy a punto de decir, yo buscaré la manera de sobrevivir sin ella mientras regresa.

Hasta luego... Soledad...

sábado, 5 de febrero de 2011

Planes.

Si quieres hacer reir a Dios, cuéntale tus planes...

Hace un tiempo ya, me encontré despidiendo el año en medio de propósitos. Hasta ese momento siempre me marqué, dentro de mis necesidades, las metas más sencillas. Nunca me exigí más de la cuenta pero tampoco llegué a revisar el estatus de mi lista. Era curarme en salud: aunque supongo que dejé mucho sin cumplir, nunca mire para no defraudarme al confirmar que encontraba todo a medio terminar llegado el momento.

Sin embargo este era un año especial, así que me sentí valiente y fui a más. Se me ocurrió que era hora de avanzar, crecer y de poner las bases sobre las que podría construir mi familia en tierra firme. Sentí que era hora de centrarme en mi futuro y aunque sabía que tenía mucho por hacer, más valía que empezara pronto. 

Recuerdo que en aquel momento sabía qué quería, cómo lo haría e incluso cuánto me tomaría. Daba por sentado que era cuestión de tiempo, que nada alteraría mi plan porque así estaba decidido. En algún punto olvidé los conceptos de constantes y variables, y si olvidé eso, era imposible recordar que las voluntades son más de lo segundo que de lo primero.

Pase de saber qué quería, tener con quién compartirlo y calcular cuándo podría ser a sólo saber solo lo primero de la lista. Siempre aquello con lo que no cuentas, es lo primero que sale mal. No contaba con esos cambios que se podían dar, no supe prevenirlos, tampoco supe actuar cuando se dieron y fui perdiendo paulatinamente el camino.

Aunque de aquello hace un tiempo y de mi plan original queda poco, mucho de lo perdido se puede recuperar, otras cosas tendrán que cambiar, pero se que sigo queriendo cumplirlo.

Hay cosas que simplemente se escapan de nuestras manos y también muchos planes abarcan más de lo que podemos cubrir. Yo no se dónde estaré esta noche, de hecho, no sé si estaré esta noche. ¿Cómo puedo saber entonces qué haré con el resto de mis días?

La única certeza que te deja el andar de los días es que la vida se acaba, con penas o con glorias, pero se acaba. El asunto radica en hacer lo mejor que puedas con los recursos que tienes y el tiempo que te queda en todos los sentidos.

Entendí que mi vida no es una empresa, en la que si no estoy, alguien seguirá con la idea que dejé por cumplir. De poco sirve detallar tus planes, si el viaje por la vida es caprichoso y las voluntades, cambiantes. Ahora se que aunque sigo teniendo un propósito, no se cuál es mi hoja de ruta. Espero llegar, pero no se con qué me puedo encontrar en la vía.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Un día perfecto.

Ya es algo tarde esta noche, por alguna razón aún estoy despierto y creo saber cuál es.

Ayer desperté con ganas de enfrentar el día que se me venía encima, para ser sincero muy pocas veces me levanto con tal fuerza de voluntad, pero al final era un día mas que encarar. Agradeciendo que tuve una buena noche de sueño y que era una mañana simplemente brillante.

Todo apuntaba que sería jornada positiva. Me bastaron pocos minutos para ir desechando esa idea a cuentagotas. Una cosa tras otra, en un efecto dominó fueron cayendo unas encima de otras. Mi idea del día perfecto se iba desvaneciendo en el transcurrir de las horas.

El trabajo se vino abajo, era demasiado trabajo junto para tan poca recompensa, hasta tuve que trabajar en mis horas libres. Las relaciones con las personas que quiero y que estaban a mi alrededor comenzaron a volverse un poco ásperas, algunas hasta insoportables. Traté en lo posible de olvidar el tema, no quería que lo que al despertar deseaba se esfumara así de fácil y por eso intenté hablar con un par de amigos... No encontré a nadie.

La noche no fue muy relajante tampoco. Recibo un par de noticias que esperaba hace un par de semanas, debido a ésto se me hacen irrelevantes e incluso me hacen sentir un poco frustrado... tiempo perdido... Intento dar este día por terminado pensando que nada me salió bien y me voy a la cama a dormir y ni eso pude.

Y al final del día, mientras pensaba en todo esto logré darme cuenta que cuando vemos las cosas torcidas es porque las vemos estando derechos, basta con inclinarse un poco para verlas de nuevo a la perfección, es cuestión de adaptarnos y seguir intentando, es solo tratar de ver el vaso medio lleno. Estoy de la misma manera como me desperté esta mañana, después de todo, después de semejante día aún sigo de pie.

Me levanté con ganas y me voy a la cama lleno de optimismo, el día no pudo ser más perfecto dentro de su imperfección. Mañana es otro día y en vez de pensar que nada me pudo salir peor intento creer que mañana las cosas me saldrán mejor que hoy.


domingo, 30 de enero de 2011

Crónica de una noche.

Esta noche quise demostrarme que puedo relatar una historia, cualquier historia. Veamos qué resulta del invento...

Como en otras ocasiones, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Algo he aprendido con el tiempo, se que los momentos ociosos traen con ellos un elemento habitual: se prestan para añorar, para desear y para planificar cosas que tal vez mañana ya no pensamos hacer...


Aquella noche libre pude definirla con una palabra: Larga. A veces parece increíble que se pueda tener tanto tiempo por delante y tan pocas cosas que hacer, días como estos te recuerdan que después de las tormentas queda la calma. 

En mis días ocupados he encontrado distracciones para la mente. He tomado más trabajo del que puedo hacer, el resto del tiempo lo paso fuera de casa, procurándome cansancio. Se que si estoy agotado, sólo querré dormir y que aunque deseara dedicarle algo de mi tiempo, la falta de fuerzas me lo impediría. Entendí que tal vez por un tiempo, no podía permitirme tener un rato de ocio.

Pero esta era una noche diferente. En las últimas semanas fui tan eficiente ocupándome de todo que me creé un espacio de tiempo en blanco. No lo pretendía, simplemente sucedió. 

Como pude prever que ese momento de pausa llegaría, he querido hacer planes para borrar el ocio, pero, aunque busqué ideas por todas partes nada ocurrió. Por un momento pensé que podía dar un paseo, me detuve al sólo encontrar entre mis alternativas y destinos a gente y lugares en común. He intentado evitarlos: era mi primera noche libre desde que aquello sucedió y yo ya no quería recordar más. No quería recordarla más.

Ante la falta de planes decidí quedarme en casa, en parte bajo la idea de que de los sitios comunes, sería el menos común. Obvié voluntariamente que en mi habitación, regados en varios rincones, hay aún algunos objetos que no alcancé a entregarle de vuelta cuando se marchó, o que en mi ordenador aún tengo una inmensa cantidad de fotografías de días mejores. También obvié que en una pila de discos todavía conservo el original de aquel CD con una selección de canciones que identificaban nuestros momentos importantes. 

Hay tantas cosas que guardé por falta de voluntad para tirarlas a la basura o quizás por simples ganas de conservar documentado ese pasado que dio tanto de si. Son cosas que forman parte habitual de mi día a día y que por ser cotidianas, ya no duelen.

Mi plan improvisado para evitar recuerdos estaba listo, era hora de hacerlo correr.

Debajo de las cajas de las películas que entretendrían mi noche estaba un cuaderno viejo, tenía tanto tiempo sin verlo que inmediatamente llamó mi atención. Siempre que te encuentras algo que tiene parte de tu historia, te detendrás a mirarlo, la curiosidad es algo de lo que nadie se escapa. 

Dentro de las hojas del cuaderno había una hoja doblada, una hoja que reconocí inmediatamente. Era una carta. Todo lo que hice para no pensar acabó llevándome a hacer aquello que evité todo el tiempo. Llegué a un sitio donde no tuve más remedio que leer lo que su momento le salió del alma. Y no pude evitar los recuerdos, no pude evitar añorar aquellos tiempos, e incluso desear que volvieran. Con la mente en blanco leí varias veces más, analizando cada palabra.

Me di cuenta de lo fácil que es prometer cosas y de que con palabras todo es posible. Pensé incluso en mis promesas, y supe que a veces simplemente no es posible cumplir todo, siempre existirán las cosas que se escapan de nuestras manos.

No noté cuándo la noche dejó de ser noche, pero las películas se quedaron sin estrenar. Llegó el momento de dormir, pensando "mañana será otro día, tendré en qué ocuparme de nuevo y a pesar de eso, será un día mejor. A partir de mañana ahora sí que no la pienso, ya no la recuerdo. Desde mañana ella no existe". 

Lo cierto es que todavía ahora, en muchas noches me doy cuenta de que por mucho que quiera borrarla y evitar todo, existe. Y es que los planes de días como aquel pocas veces se cumplen.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

sábado, 29 de enero de 2011

Si realmente deseas algo, deseala un poco menos.

Si hay algo en esta vida a lo que deberíamos temerle es a nuestros deseos... Pueden volverse realidad.

¿Por que digo "temer?". Estoy tan corto de tamaño como de ideas. Espero ser lo mas claro posible...

Los deseos a menudo suelen ser algo irracionales. Muy pocas veces, o mejor dicho, nunca se desea algo con la razón. Cuando algo se desea es el corazón quien nos impulsa a cumplir ese deseo y en casi la mayoría de los casos emprendemos la búsqueda del mismo sin importar el costo de éste y aquel dicho que asegura que "el fin justifica los medios" no suele aplicar mucho para este caso, pero... ¿por qué?.

Lo irracional llega cuando comenzamos a sentir la necesidad deshacernos de todo eso que nos gusta, de todo aquello que inconscientemente nos hace sentir bien, de prescindir de cosas que estábamos acostumbradas a poseer o hacer, a veces comprometiendo nuestra esencia y dignidad con el simple propósito de cumplir ese deseo, pero nuestras expectativas son tan grandes que una vez que estamos allá y nos damos cuenta que las cosas no salieron como estaban planeadas dejamos de desearlo.

Otras veces el deseo se cumple, pero la mayoría de nosotros no sabemos que hacer después de concretarlo. Así somos, nos enfocamos tanto en desear algo que se nos olvida por completo la parte mas importante de todas: cómo conservarlo.

Es irónico, pero ni se imaginan cuantas cosas llegué a perder por desearlas demasiado.






sábado, 22 de enero de 2011

Promesas.

Un día le prometí que si su felicidad ya no estaba a mi lado, me alegraría por ella cuando la consiguiera de nuevo, no importaba si yo no era la causa. Lo hice con la seguridad del que cree que no puede equivocarse, pues me parecía una promesa lógica.

En aquel momento creí que verla feliz era lo que me llenaba, que cada cosa que hice, no importa qué tan grande o tan pequeña, valía la pena si me daba ese resultado. Entre lo mucho que disfrutaba verla así y lo que me mataba saberla triste, pensé que la situación estaba clara: Amé su felicidad y haría lo que fuera por conseguirla.

Estaba tan seguro de que era lo que quería, que hice alarde de mi promesa ante quien quisiera escucharme. Internamente era una fuente de orgullo "saberme" capaz de querer tanto a alguien como para cumplir algo así.

Eran momentos felices, nada podía fallar... O tal vez sí.

El tiempo, que no perdona a nadie y lo desgasta todo, hizo su trabajo. Mi libro de ideas se quedó corto, lo que en su momento fueron virtudes comenzaron a ser defectos. Cosas que en otro momento se habría resuelto con sonrisas, un abrazo y mil besos, pasaron a no tener una solución que implicara seguir un camino juntos.

Hoy que se que ha encontrado su felicidad en otra parte, supe que tal vez estaba equivocado, me di cuenta de que no hice esa promesa porque era capaz de cumplirla, sino porque pensé que jamás tendría que hacerlo.

Tal vez acertó aquel que dijo que no es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar. He recordado que hice una promesa y soy un hombre de palabra, quiero cumplirla... pero la verdad es que no se cómo.

Neo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Decir adios.

Cada nuevo comienzo nace del final de un comienzo anterior.

Parece un trabalenguas, pero es sólo un trozo de una canción que me gusta. Como es lógico, me hace pensar en comienzos, pero más que todo en finales y en la dificultad de los mismos.

De todo final, lo más dificil siempre fue el dejar ir. Me he despedido tantas veces que aunque intentara llevar una cuenta no podría, me pasa porque, como todas las palabras, no es obligatorio que el adios esté acompañado por el sentimiento que le corresponde.

Dejar ir es posible cuando sabes que puedes avanzar y ya no importa cuántos recuerdos de cosas buenas tengas, no importa que la memoria a veces sufra de alzheimer selectivo, que sea una eterna optimista y elimine todo lo malo de nuestros pensamientos.

Dejar ir es posible cuando dejas ser, cuando encuentras otro camino y eres capaz de seguir adelante a pesar de todo lo que te invite a volver atrás. Implica soportar la tentación de volver a lo ya vivido, a esa zona de comfort que te da lo que ya conoces, lo que ya viviste.

Dejar ir es posible cuando te das cuenta de que si eso que dejas atrás fue agradable, lo fue porque fuiste una parte importante y que si un día así lo quisieras, podrías ser parte importante de algo nuevo, donde aplicarás lo que antes te dio aciertos y evitarás los viejos errores. La vida es vernos escribir una colección de cuentos cortos que con el tiempo y la práctica cada vez se hacen más largos y completos.

En fin, cada nuevo comienzo nace del final de un comienzo anterior, pero para procurar comenzar una historia, primero hay que atar los cabos de la que ahora dejamos detrás.

Neo.

domingo, 16 de enero de 2011

Indiferencia.

"Lo contrario del amor no es el odio... es la indiferencia."

Yo no creo en la indiferencia como tal, mas sí que creo en la capacidad de fingirla. Y no creo que ésta sea lo contrario al amor, pero sí un gran castigo para los enamorados.

Paso a explicarme.

La indiferencia, a mi entender, sería esa percepción de que algo que fue parte de tu vida ya no significa nada, para bien o para mal. Implica que no queda un simple recuerdo, no pensar un solo segundo en eso que ahora "es indiferente", no vale ni siquiera recordar un nombre o emitir una comentario al respecto porque ya no sería algo indiferente: deja de serlo al tener conocimiento del tema y, sobre todo, tomar tiempo para opinar.

Decía que no creo en la indiferencia como tal porque pienso que una vez una situación introdujo un cambio en tu vida, ese cambio siempre deja algunas secuelas. Si hay situaciones tontas que dejan algo para recordar el resto de tu vida, ¿Cómo puedes borrar algo que llega a ser tan importante como esa persona de la que alguna vez te enamoraste?.

Y si aún existiera la posibilidad de olvidar, siempre queda el resto de los seres vivientes, lugares, olores, canciones... para refrescarte la memoria, para recordarte dónde estás.

Hay que tener claro que algo puede dejar de tener la relevancia que tuvo en un momento determinado, es obvio pensar en eso cuando vemos que somos capaces de superar y seguir adelante con nuestras vidas, pero no hay poder que haga que lo vivido se borre por completo.

También hablé de castigo para los enamorados, y sí hablo en plural es porque eso que llamamos indiferencia fastidia a quien la recibe, pero aún más a quien la da. Quien decide "olvidar" lo hace porque lo que ya no quiere recordar le hace daño.

Partiendo de la idea anterior, aceptamos que olvidar es tarea casi imposible. Entonces lo que sucede es que aplicamos lo que más se le parece; fingir que olvidamos. Hacerlo implica pensar constantemente, porque nos toca recordar a cada momento qué era lo que debíamos olvidar.

Entonces comienza nuestra actuación: armamos nuestro guión cuando pensamos en lo que no debemos decir o hacer, en lo que no debemos mirar o escuchar, hacemos lista de todo lo que no debemos tropezar para no traer recuerdos a la cabeza. Y sí, se que suena contradictorio, pero ya me dirán ustedes si no es la verdad.

Luego simulamos ante el mundo que todo está bien aunque llevemos un infierno por dentro. Eventualmente el mundo empieza a estar bien, pero no será gracias a nuestra brillante actuación, sino a que el tiempo terminó de hacer su trabajo.

Así que, amigos, en esta noche de Globos de oro se puede decir que al final de nuestras vidas todos en algún momento hemos sido actores, sólo que algunos son mejores que otros.

Neo.

Soledad

Es tarde en la noche e inevitablemente luego de un largo día solo en mi habitación me queda meditar un poco acerca de algo que alguna vez todos sentimos. Unos pocos simplemente la contemplan, otros se quejan y la gran mayoría toma medidas en el asunto.

Y es que tanto pensar me ha llevado a creer que nunca estamos solos, incluso cuando nos sentimos solos... la soledad siempre nos hará compañía y hasta nos hablará de cosas que por incomodas evadimos.

Luego de varias experiencias, muchos intentos fallidos, me pregunto: ¿Qué nos hace sentir así?. ¿Por qué es que en un momento no le damos la mas mínima importancia y luego termina nublando un día que pintaba el sol en el cielo?. O a veces me voy un poco mas lejos y me pregunto: ¿Cuál es la causa de esta soledad?. Mas tarde me doy cuenta que, tomándome la molestia de echar una mirada al retrovisor, la respuesta que consigo no me agrada mucho. El culpable es uno mismo.

Pasamos buena parte de nuestro tiempo buscando esa persona especial y esto puede generarnos un problema cuando no sabemos qué buscamos. Por esta razón muchas veces terminamos desechando lo que de verdad necesitamos, y es bien sabido por todos nosotros que hay una delgada linea que diferencia lo que uno "quiere" de lo que uno "necesita". Este empeño, este afán por lo que queremos tiene nombre y ustedes lo conocen.

Ahora bien, si es que salimos a la calle buscando una persona que nos haga compañía, ¿cómo es que terminamos a veces más solos?, Simplemente enfocamos mal el objetivo. Como persona todos tenemos esa necesidad de sentir compañía porque no nos gusta estar solos, pero rara vez esa persona en la que concentramos todos los ataques está dispuesta a ofrecérnosla, y ni hablar de la cantidad de oportunidades que nos han pasado por un lado mientras seguíamos enfocados en alguien que no valía la pena.

Tal vez, el sabio tiempo y nuestra paciencia nos recompensan, o mejor dicho, nos den un premio de consolación. Conocemos a alguien, nos hacemos buenos amigos, empezamos a salir con esa persona y a la final creemos que lo conseguimos pero, de la misma manera en que esta oportunidad llega aún con mucha mas facilidad puede desvanecerse. Luego creemos sentir algo por ella pero no hay que confundir, como dice la canción, no nos enamoramos de lo que es ella sino de lo que somos nosotros cuando estamos con ella.

Luego queda una sensación de vacío, que de nada valió nuestro tiempo y esfuerzo, es cuando nos sentamos una noche a pensar o a escribir lo que tantas vueltas nos da en la mente y al final entramos en razón que no estamos solos. Si la soledad nos acompaña y somos culpables de esa soledad entonces nos acompañamos a nosotros mismos.

jueves, 13 de enero de 2011

Oportunidades.

Siempre he pensado que ni el mejor discurso le vende un producto a quien, en el fondo, está seguro de que no lo quiere comprar. No hay manera, no hay poder humano que te haga cambiar de opinión. Si no interesa, aunque te lo pinten como el objeto más útil del mundo, incluso aunque te lo demuestren, encontrarás algo en él que justificará la razón de no querer llevarlo.

Por supuesto, cada regla tiene su excepción. Siempre quedarán los que salieron con la mente abierta, escucharon, valoraron y compraron a pesar que hasta poco antes incluso desconocían lo que ahora llevan consigo.

Y esto se ve seguido, se ve en muchas partes.

Disfrutamos de todo acompañados de todos y podemos vivir la vida de esta manera hasta que centramos nuestra atención en alguien específico. Luego las cosas pueden salir de cara en las primeras de cambio y seguir adelante en compañía de esa persona con mayor o menor éxito.

Pero también puede que no sea el caso, y a pesar de eso, seguimos esperando. Una vez pusimos los ojos en una opción, nuestra naturaleza nos hace cerrarnos ante las posibilidades. Nada más vale, nada más importa, nada más existe.

Aunque llegue alguien cargado de buenas intenciones, de buenas palabras, e incluso, de buenas acciones, si la otra parte no tiene interés, todo esfuerzo caerá en saco roto. Pueden ponerte el sol a tu nombre que tu querrás la luna. Pueden bajarte una estrella que dirás que preferías una nube. Y así con todo lo que te puedan ofrecer.

Las palabras, los esfuerzos, las acciones más hermosas, si no vienen de quien quieres verlas venir, serán vacías, no valdrán nada. En cambio, cuando vienen de quien queremos, incluso el trato más brusco puede parecer una caricia, tres palabras aisladas nos parecen un poema, una obra de arte, la historia más aburrida casi puede parecernos un guión de película... ¿Por qué? Porque así somos, y así nos va...

Somos obstinados, queremos lo que queremos y nada más puede reemplazarlo. Y pasa porque en este campo, casi nunca se trata de lo que tenemos, sino de dónde viene.

Neo.

martes, 11 de enero de 2011

Comienzos.

En amor, sólo el principio es maravilloso. Por eso encontramos tanto placer en volver a comenzar de nuevo. - De Ligne.
Aunque no esté de acuerdo con el completo de la frase, sí con su espíritu. No creo que sólo el principio sea maravilloso porque cuando estamos con La Persona, todo momento lo es, pero sí que el principio es lo más maravilloso porque tiene, entre tantas cosas, picardía, ingenio, inocencia y, sobre todo, incertidumbre. Porque es lógico, aquí se construye todo lo que viene adelante con esa persona.

Podemos pasar horas y horas compartiendo con esa persona que recién entra a nuestras vidas y no repetir una simple anécdota, por un lado, sería imposible resumir en poco tiempo resumir nuestros años de vida en sólo días, por el otro siempre queremos escuchar historias nuevas y más si vienen de la persona que nos gusta. Pero esa es una historia para otro día.

La mayor parte de los comienzos son inocentes y limpios, mostramos nuestro potencial. Casi siempre el comienzo nos invita a sacar lo mejor de nosotros para cautivar a la otra persona, por un período de tiempo somos buenos, graciosos, valientes, agradables, casi perfectos.

Lo nuevo seduce, y lo hace porque tiene tantas cosas para descubrir que nos invita a hacerlo. El hombre es curioso por naturaleza, por eso es que odiamos las rutinas e intentamos, con más o con menos éxito, huir de ella. A raiz de esto, cuando el tiempo pasa y nos queda menos por descubrir, a veces, buscamos cosas nuevas en otra parte, comenzar de nuevo...

El secreto, el gran secreto, no está en descubrir una nueva persona todas las veces, sino en descubrir y promover que descubran en nosotros a una nueva persona cada día.

Y es algo tan obvio, que lo terminamos pasando por alto.

Neo

domingo, 9 de enero de 2011

Decepciones y Resurgimientos (y II)

Me gustaría extender un poco de lo que neo les habia hablado anteriormente. Lo había dicho en modo de comentario, pero ya que puedo, quisiera profundizar un poco.

Una situación típica de decepción suele tener mucha analogía con lo que se conoce como "etapas de la aceptación de la muerte". No por la pérdida per se, sino a las etapas que ambas comprenden para lograr su superación.

Primero: la negación. nos negamos a creer lo que pasa, no lo queremos aceptar. Empieza un lapso de ceguera en el que somos incapaces de ver con claridad la cruda realidad. A veces hasta sentimos la necesidad de mantener nuestra fé hasta que llega el punto de haber agotado todas nuestras opciones y eventualmente comprender que hemos perdido un muy valioso tiempo y, en vez de tratar superarlo, seguimos creyendo en la imposibilidad del hecho probable y probado.

Le sigue una rabia. Justamente es en este momento cuando nos damos cuenta del error que hemos cometido, empezamos a buscar culpables y empezamos a tomar decisiones fuera de nuestras casillas. Sentimos rabia porque nos encontramos a alguien que le dió menos importancia que nosotros (mucho menos), empiezan las discusiones subidas de tono, llegando a ofensivas algunas de ellas, y en casos extremos conlleva a la agresión física. Nadie maneja la ira de la misma manera, solo unos pocos sabemos controlarla.

Luego creemos que tal vez haya una luz al final del tunel. Empezamos a creer que no todo está perdido y comenzamos una búsqueda de algo que no existe, que sabemos que no va a ser lo mismo. Es correr tras el viento tras una oportunidad ya consumada. Cedemos aún mas espacios de los que previamente hemos cedido, a veces hasta rayando en lo indigno, en la falta de respeto con nostros mismos, pero toda este impulso que nos hace a tener fe, con el pasar del tiempo nos conduce a no creer en milagros.

Mas tarde llega una depresión profunda. Los ánimos se van al piso, es aquí cuando los recuerdos no salen de la mente, todo te recuerda a todo. La mente comienza una búsqueda innecesaria de reminescencias de la persona que te decepciona en objetos, personas o situaciones. Irónicamente mientras mas tratas de olivdar mas se profundiza esta etapa, pero eventualmente y cuando menos esperamos llega la siguiente y ultima fase.

Aceptación. Simplemente entendemos que nada ganamos pensando en todo lo malo que nos pasó. En vez de eso intentamos ver lo poco que se pudo salvar y tratar de aprender, a fin de cuentas, el tiempo pasa y no va a esperar por nosotros.

Nuestra misión no estará en tratar de evitar pasar por estas etapas tratando de conocer mejor a las personas y evitando una decepcion, es algo tan imposible como estornudar con los ojos abiertos, sino en qué tan rápido avancemos por cada una de estas fases y lograr la superación. Nuestro éxtito dependerá en nuestra capacidad de reacción, en nuestra habilidad de levantarnos del golpe y de acortar el tiempo entre las etapas para llegar lo mas pronto posible a lo deseado: El resurgimiento.