lunes, 22 de agosto de 2011

Un mensaje.

Será corto (al menos eso espero), estaré muy enredado, pero necesito escribir hoy.

Alguna vez leí en un libro que me ayudó a encarar situaciones de problemas morales o simplemente lógicos que no existía diferencia alguna entre un Dios invisible e intangible y ningún dios. Y aunque compartía mi punto de vista con aquel autor no terminaba de palpar y ver que tan cierto era. No quiero tampoco llevar a la mesa un asunto tan delicado, solo lo menciono para fines comprension de estas lineas.

El autor en su texto explicaba que el "ser" está directamente vinculado a una acción o comportamiento específico. Un vigilante que no vigila, deja de ser vigilante. Pero no sólo queda ahí. Para poder "ser", debe existir un causa y por decirlo de alguna manera, un testigo.

Esta ultima condición se agudiza mas cuando orientamos una relación con otra persona. No sólo basta con enviar un mensaje, hay que explicar claramente las intenciones del mismo y asegurarnos de que el este sea captado, con brincos y señales.

A veces creemos que hacemos nuestro mejor esfuerzo al llevar una relacion, cuando en realidad si, hacemos nuestro mejor esfuerzo en llevarla a la mierda sin siquiera saberlo. Inventamos maneras de decirnos a nosotros mismos que todo lo que hacemos por la relación es por el bien de la misma y que todo lo que entregamos esta siendo bien recibido sólo por la comodidad de no admitir nuestras fallas.

Hoy mientras transcurria mi jornada y luego de recibir un mensaje llegué a una pequeña deducción. De nada nos sirve querer si no estamos haciéndonos entender. ¿Cual es la diferencia entre no amar a alguien y amarla sin lograr que la persona se sienta amada?. Apenas leí aquel mensaje y no pude evitar pensar en alguien que, por supuesto, no fue aquella quien lo envió.

De repente me di cuenta que en mi vida habia escuchado tantos "te quiero" y ya perdí la cuenta cuantes veces me dijo "quiero ser alguien importante en tu vida", pero como lo expliqué al principio, no basta con que aquello sea cierto.

Cuando se ama, las pretensiones pasan a segundo plano. No alcanza con sólo intentar persuadir al prójimo de que realmente la amamos, con sólo hacer llegar el mensaje es suficiente.

Casi siempre cuando intentamos convencer a alguien estaremos diciendo algo alejado de la verdad.